El desayuno
consistía en dos tazas de leche caliente y dos trozos de pan. Los domingos teníamos
derecho también a dos cucharadas de mermelada. Y creo que el último año que
estuve en Ontaneda, teníamos también cacao a diario para desayunar.
Pero esto era los
días normales. Los días de primerísima (así se llamaban las fiestas legionarias)
había leche, pan, cacao, mermelada, Corn
Flakes, una pieza de fruta y seguro que algo más de lo que me estoy olvidando,
vamos, que desayunábamos a lo grande.
En definitiva, en
un día normal, el desayuno era escaso, por eso nos permitían llevar “paquete” es
decir, pequeñas cositas que nos habían enviado nuestros padres para completar
nuestros escasos desayunos y cenas: latas de foie gras, mermelada, Cola Cao, botes
de nocilla, latas de atún, chorizos… ese tipo de cosas.
Recuerdo que los
curas en días normales también tenían tortillas y aguacate. No recuerdo si
también tomaban café. Supongo que como los curas no recibían “paquete” de sus
padres, eso sería su “paquete”.
2. Comida
Aquí ya no
permitían que lleváramos “paquete” y menos mal, porque habríamos acabado
reventados.
En 1983 comíamos
3 platos. El primero solía ser una sopa, el segundo un potaje y el tercero algo
con patatas fritas. Al poco tiempo, el P. Carrillo nos dijo que todos
preferíamos tomar postre en lugar de sopa y que los costes se compensaban de
modo que comenzamos a tomar dos platos y un postre, como dios manda.
- El primer plato
solía ser potaje salvo los jueves que tomábamos spaghetti. - El segundo plato era algo con patatas fritas: callos, hígado, chipirones (mi favorito), filete de cerdo (los jueves), un pescado de sabor pastoso y barato (los viernes).
- Como postre solían darnos flan (los jueves), natillas, arroz con leche, manzana y naranja.
Sí, los jueves
era el día favorito de muchos apostólicos: spaghetti, filete de cerdo con
patatas fritas y flan.
Los sábados
salíamos “de paseo”, expresión que significaba ir a subir unas montañas que
estaban llenas de excrementos de vaca llamadas Arbolito, Calamuco, Verana,
Cildá y Juncal.
Para comer
llevábamos una bolsa con 2 minibocadillos y una manzana. En un minibocadillo te ponían máximo 3 rodajas
de fiambre, por ejemplo 2 de chorizo y una de salchichón. El otro minibocadillo
era de tortilla de patatas. Hay que ser malo, después de haber hecho miles de
tortillas de patatas le salían mal al cocinero de Ontaneda. Y no conozco a
nadie que le salga mal la tortilla de patatas. De hecho la primera vez que hice
una me salió excelente, como a todo el mundo, salvo al cocinero de Ontaneda,
claro.
Ah, en Moncada
los domingos había arroz amarillo (llamarlo paella sería un pecado, y estamos
hablando de curas) y para beber nos ponían Konga. En Ontaneda no recuerdo si
también existía esa costumbre, pero lo que sí recuerdo era que teníamos Casera
para beber en la comida los domingos.
Sobre si los
curas bebían vino: No lo he visto nunca.
3. Merienda
Las meriendas típicas
de Ontaneda eran:
-
Piel
de cerdo con un trozo de pan.
-
2
pastillas de sucedáneo de chocolate con pan.
-
Pan
con mantequilla y azúcar.
Supongo que
habría otras, pero sólo estas me vienen a la cabeza.
En Moncada las
meriendas eran una pasada (el resto de comidas daban pena). Podíamos tener un
trozo de sandía, un batido fresquito o bollería recién hecha (buenísima).
En Moncada, cuando
era época, también comíamos mísperos, pero de una forma bastante patética. Nos
hacían poner en fila en el campo de juego, a continuación el P. Cutanda o el P.
Villalobos tocaban el silbato que era el símbolo de romper filas e ir corriendo
a los árboles y ponernos a comer mísperos como locos, porque al poco tiempo volvería a tocar el silbato y ya
no se podían comer más mísperos. Ojo: he dicho comer, no coger. Sólo podías
coger un míspero y comértelo, cuando te lo hubieras acabado podías coger otro y
comértelo, etc… Es decir, no podías durante ese tiempo ir cogiendo mísperos
para guardártelos para luego.
4. Cena
Aquí sí que se
permitía comer “paquete”.
La cena era
bastante escasa, la verdad. Se habían tomado en serio lo de cenar como un
mendigo.
Por ejemplo, dos
lonchas de paleta cocida con cortezas de cerdo. Otras veces, las lonchas eran
de queso.
Otros días había
sopa de pescado, imagino que con algún segundo que no logro recordar.
Algún día hubo
huevo frito. Y digo bien, "huevo" porque sólo había uno y de tamaño pequeño.
También habría algo más, pero no lo recuerdo.
En todo caso,
siempre había leche y pan.Los curas también tenían alguna cosilla adicional que hoy ya no recuerdo, pero supongo que como nosotros teníamos paquete (los que tenían, que yo no solía tener) y ellos no, querrían compensarlo de alguna manera.
De Moncada no
hablo porque no lo recuerdo muy bien. Sólo dejar señalado que pasé mucha hambre
y que el cocinero era pésimo (creo que era cubano). Era pésimo, excepto para
hacer bollería, que la hacía buenísima. Es decir, en Moncada sólo había una cosa
buena: las meriendas.
En síntesis: en
general comíamos lo mismo. Cuando los curas tenían algo extra era porque a
nosotros se nos permitía comer algo extra, siempre y cuando nos lo
hubieran mandado nuestros padres, claro à el llamado “paquete”.
No obstante, en
la continuación de esta entrada comentaré alguna excepción.
Buenas tardes:
ResponderEliminarSobre las cosas adicionales de los "Padres" sí puedo asegurar que existían. Las tenían en una mesita a mano derecha. Gran parte de estas cosas eran salsas picantes. Otras veces cosas que nuestros familiares también les hacían llegar... lo típico, para que prueben ellos también. Al final te quedabas sin degustar lo que te mandaban para compartir.
Ah! Sobre los días de primerísima solíamos tener un sobre de Nescafé y Campurrianas (dos por barba) lo recuerdo bien de mi época de despensero.
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