domingo, 5 de febrero de 2012

Horario de Ontaneda

Os voy a contar la vida en la legión tal y como yo la recuerdo. Hace más de 20 años que ya no estoy en la Legión, pero me acuerdo como si hubiera sido ayer mismo. Las caras de los curas aparecen nítidas en mi memoria, el tiempo pasa, pero la memoria permanece.
La hora de levantarse eran las 6:30 de la mañana. Llegaba un cura y encendía y apagaba las luces del barracón 3 veces. A continuación comenzaba diciendo en voz alta “Cristo Rey nuestro. Cristo Rey nuestro. Cristo Rey nuestro.” A cada “Cristo Rey nuestro” nosotros teníamos que responder con un “Venga tu reino.” Después la oración continuaba así: el cura decía “Te alabamos señor, te bendecimos” y nosotros respondíamos “Toda la Tierra…”
No sé lo que duraba la oración, sólo sé que cuando la misma estaba terminada, todos debíamos estar en fila con los pantalones, calcetines y zapatos puestos y con el torso desnudo, listos para bajar a lavarnos. Por preparados me refiero a que todas las mantas, sábanas y almohadas debían estar en el suelo de modo que los colchones debían estar bien visibles a la vista de todos. Cuando no era así, el cura se encargaba de tirar la ropa de cama al suelo.
Por supuesto, quien llegaba tarde a la fila sería castigado, esto era norma de la casa y yo uno de los típicos apostólicos que comenzaban el día castigados.
Después bajábamos al “Amarillo” que era el lugar donde se encontraban los lavabos. Ahí debíamos lavarnos bien la cabeza y la parte de arriba del cuerpo. Podíamos ir al servicio. Y después nos limpiaríamos los zapatos en el “Negro”. No recuerdo bien el tiempo del que disponíamos para prepararnos, pero debían ser unos 20 minutos. Naturalmente, todo esto en el más absoluto silencio.
A continuación había que subir a la capilla. Allí rezábamos las “Primeras oraciones”. Más tarde había una meditación dirigida y finalmente misa diaria donde todo el mundo sin excepción iba a comulgar.
A las 8 de la mañana (y nos habíamos levantado a las 6.30) bajábamos a desayunar, no sin antes rezar (dar las gracias) delante de la mesa. El desayuno era sencillo: dos tazas de leche y pan. En años posteriores se amplió a dos cucharadas de mermelada y a cacao en polvo, pero eso creo que fue ya sobre 1986. Durante el desayuno no se nos permitía hablar y teníamos que escuchar a algún apostólico mientras nos leía algún libro tipo “La Imitación de Cristo” por Tomás de Kempis. Cuando se terminaba la hora del desayuno, normalmente el rector tocaba el timbre para ponernos de pié y volver a rezar antes de salir a lavarnos la boca e ir directos a las clases.
Evidentemente, que los 3 minutos de que disponíamos para lavarnos la boca debían ser en silencio. A continuación subíamos a las aulas en fila.
Al llegar al aula, cómo no, volvíamos a rezar. Lo mismo ocurría cuando debíamos abandonar el aula para ir al recreo, para ir a comer o simplemente porque esa era la última clase del día.
Los recreos no eran libres. Desde el principio pertenecías a un equipo. Los nombres de los equipos eran muy legionarios: “Alfa y Omega”, “Brasil y Venezuela”, “Everest y Kilimanjaro”, “Calamuco y Verana”, “Cildá y Juncal” (estos 4 últimos se refieren a las montañas que hay en Ontaneda.
Los equipos tenían que ganar puntos bien en el terreno de juego o bien en las clases para, al final de cierto tiempo más bien largo, declarar a un equipo ganador. El equipo ganador era obsequiado con una película normalmente de nazis o de romanos. Al P. Villalobos le gustaban también de Bud Spencer y de Chuck Norris.
Pues bien, en el recreo tenías que competir contra el otro equipo en fútbol, baloncesto o volleyball. No podías elegir, el cura te asignaba qué deporte tenías que realizar ese día. Y si, como a mí en ocasiones, te apetecía charlar con algún compañero en lugar de ir detrás de un balón, el cura te solía castigar a dar 10 vueltas al campo de fútbol.
Después del recreo, subíamos de nuevo a las aulas, rezábamos, tenía lugar la clase y volvíamos -a rezar.
Finalmente bajábamos al Amarillo para peinarnos, ir al servicio, etc., todo en silencio. Después nos poníamos en formación en el Amarillo para rezar el Ángelus. Y una vez terminado nos dirigíamos al comedor para rezar, comer y volver a rezar.
Lo siguiente era recreo, pero no un recreo libre, era un recreo exactamente igual que el anterior, es decir, el cura te mandaba jugar por equipos a fútbol, baloncesto o volleyball.
Después, íbamos a lavarnos al Amarillo,  nos poníamos en fila y subíamos a las aulas. Ya sabéis: rezar-clase-rezar.
Después solía haber una merienda a base de pan con 2 pastillas de sucedáneo de chocolate o piel de cerdo con pan.
Teníamos un Viacrucis durante el cual rezábamos el rosario.
Más tarde, cena (rezo-cena-rezo todo en silencio).
Y finalmente, un pequeño recreo, este sí ya libre en el salón de juegos. Podíamos jugar al futbolín, ping pong o diversos juegos de mesa. Este era mi único momento libre del día.
Después obviamente, de vuelta a la capilla, a rezar. Allí es donde cantábamos gregoriano “Tantum ergo sacramentum” y algunos otros.
Y a las 10.00 todos en la cama no sin antes besar la rodilla de la virgen cuya estatua estaba justo antes de la entrada a los barracones.
Seguro que me he olvidado del algo, pero lo más importante está aquí.

6 comentarios:

  1. Increible, igualio que en Valencia... Menos mal que me sacaron de allí!

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  2. Increible, igualio que en Valencia... Menos mal que me sacaron de allí!

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  3. Lo has clavado. Yo estuve los cursos 81-82 y 82-83 en Ontaneda y después en Salamanca. Cuando volví en el 86 creía que estaba en otro planeta, y la gente creía que yo era extraterrestre. Ellos tenían razón. Un saludo. Manolo.

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  4. Muy detallados tus recuerdos. Muchos de ellos vividos en primera persona. Yo estuve en 1977 en Ontaneda.
    Recuerdo al Padre Morelos ( mi director espiritual ) Jorge Carrillo, Padre Núñez,
    He buscado alguna fotografía de aquel año pero no he encontrado nada. Recuerdo el nombre de algunos compañeros...ha pasado mucho tiempo....

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  5. Muy detallados tus recuerdos. Muchos de ellos vividos en primera persona. Yo estuve en 1977 en Ontaneda.
    Recuerdo al Padre Morelos ( mi director espiritual ) Jorge Carrillo, Padre Núñez,
    He buscado alguna fotografía de aquel año pero no he encontrado nada. Recuerdo el nombre de algunos compañeros...ha pasado mucho tiempo....

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    1. Yo también estuve en 1977 en Ontaneda. Llegué en Agosto y me fui en Semana Santa. Me llamo Fernando Fuentes y estaba en la clase de los mayores. Guardo buenos recuerdos pero todo lo que he leído en este blog es tal como era.

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