Yo voy a contar mi
experiencia personal, aunque algo me dice que esa experiencia es común a todos.
1.- Amigos
Se hacen unos
amigos excelentes, a fin de cuentas nos pasábamos todo el día juntos (la famosa
y pesada vida en comunidad)
En otra ocasión
ya hablé de las parejitas: básicamente, los curas te insistían en que no
hablaras siempre con la misma gente. Y aunque esta no era una norma con la que
se pusieran extraordinariamente pesados (una excepción, os lo aseguro), cuando
te veían hablando con tus amigos, te indicaban que no hicieras parejitas y nos
hacían dispersarnos. Pero ya os digo que esto básicamente lo hacían cuando les
daba la venada a los curas, normalmente te dejaban en paz.
Por
cierto, lo de las parejitas, a pesar de su nombre, no significa sólo 2 personas. Podía haber “parejitas” de más. Básicamente hacía referencia a 2 ó
más amigos que solían charlar juntos.
Por otra parte,
cuando los curas hacían grupos de cualquier tipo: de actividades, de paseo
(esto era sólo en Moncada), ternas para rezar el rosario… en fin, de lo que
fuera, siempre intentaban que no coincidieran varios amigos.
Pues, como os
decía, se hacen buenos amigos. Conrad me preguntaba si como en la mili. Yo creo
que es una buena comparación. ¿Por qué? Pues porque en la mili se debía sufrir
lo suyo: el sargento chusquero que no te deja en paz (¿prefecto de
disciplina?), las novatadas de tus compañeros, la dura disciplina, todo eso
tiene mucho en común con lo que pasaba con los legionarios.
¿Por qué?
-
Porque
estábamos muy lejos de nuestros familiares y amigos y al encontrarnos en un
ambiente hostil (curas-toca-pelotas por doquier y disciplina peor que la
militar, etc.) necesitábamos a alguien que nos diera un poco de afecto.
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También
dicen por ahí que las desgracias unen y para mí no hubo mayor desgracia que
pasar tantos años en esos centros.
¿Desgracias?
Sí, todo, desde que nos levantábamos a las 6.30 de la mañana con 11 años (que
manda huevos) hasta que nos acostábamos eran desgracias: todo el santo día
rezando, todo el santo día en silencio, nunca podías hablar con tus amigos
porque era voluntad de dios (del prefecto correspondiente) que jugaras al fútbol,
disciplina absurda, castigos, curas toca pelotas, estudiar latín y griego…
¿sigo?
También
dicen que cuanto más dura fue la mili, mejores amigos y ponen como ejemplo a
los que hicieron la mili en Ceuta o Melilla. Bueno, pues si quieren ver una mili
dura, que vayan a Ontaneda con el P. Villalobos.
2.- Qué pasa cuando te vas de la legión
Después de tener
la conversación sobre mi “no vuelta” a Moncada después del verano, no se me
permitió volver a hablar con mis compañeros, me dijeron que tenía que abandonar
el centro en ese instante porque el tren salía en, no sé, una hora o una hora y
media, quizá 2 y tenía que sacarme el billete y coger ese tren como fuera.
Y está claro que
teléfonos u otras vías de contacto no íbamos a habernos intercambiado entre
nosotros porque se suponía que nos volveríamos a ver a la vuelta en Moncada.
¿Les llamé alguna
vez al centro? No. Si eran tan amigos tuyos, ¿Por qué no?
-
Cuando
alguien llama a un seminarista, el telefonista primero avisaba al rector. Si al
rector le parecía bien, el telefonista te llevaba el teléfono inalámbrico al apostólico o precandidato para
que contestara. Teniendo en cuenta lo que ocurrió después de mi conversación
con el P. Salvador, estaba más que claro que ese permiso sería denegado y que
el seminarista en cuestión nunca habría sabido que yo le había llamado.
-
¿Cartas?
Claro que no. Los curas nos daban las cartas de nuestros padres abiertas, lo
cual es una clara vuelneración de nuestros derechos constitucionales, pero ya
sabemos que eso a los curas les daba igual.
Conclusión: no
podía volver a comunicarme con ellos ni en el seminario (porque me lo impedirían
los curas), ni en el domicilio/teléfono de sus padres (porque lo desconocía).
3.- Después de
marcharos ¿Se ponían en contacto los curas con vosotros para algo?
Eso es lo mejor de
todo: no, nunca y para nada.
Uno podía pensar
que después de tantos años en que los curas eran toda tu vida (curas por aquí, curas
por allá todo el santo día), que al menos se podían poner en contacto para ver
qué tal nos iba, o para darnos noticias de nuestros amigos. Bueno, esta sería
una visión muy humana.
Pero, como digo, a los curas les daba igual la gente,
ellos iban a lo suyo. Y por cierto, no sabéis cómo me alegro de que no se
hayan puesto en contacto conmigo para nada. Yo incluso soñaba que se ponían en
contacto conmigo para pedirme donativos por las vocaciones. Anda que ya les iba yo a dar, jajajá.
4.- Entonces, ¿no mantuviste el contacto con
ninguno de tus amigos de Ontaneda?
Bueno, mantuve el
contacto con uno, pero por un breve período de tiempo.
Veréis, se
trataba de un chico que había dejado la legión aproximadamente 2 semanas antes
que yo y habíamos sido bastante amigos dentro de la legión.
Éramos de la
misma provincia y recuerdo que al presentarnos y descubrir de dónde éramos nos
dijimos más o menos por dónde vivíamos –esas curiosidades que les vienen a los
que viven cerca. Varios años después utilizó esa información para buscarme
cuando se suponía que debía estar en mi casa disfrutando de las 2 semanas de
vacaciones que te daban los curas.
Utilizó la guía
de teléfonos, preguntó a vecinos, y yo qué sé qué más y al final dio conmigo. Y
cual fue su sorpresa cuando le dije que yo tampoco estaba ya en la legión.
Quedamos unas
cuantas veces ese verano para ir a los conciertos y verbenas de las fiestas locales, iniciarnos
en las litronas de cerveza… Vamos, ese tipo de cosas.
A los pocos meses
supe que iba a venir a mi ciudad a estudiar BUP. En el instituto cada uno hizo
sus amigos, pero aún así quedamos unas cuantas ocasiones.
Sin embargo, pese
a que en Ontaneda y Moncada éramos buenos amigos, fuera de allí, cada uno tenía
una forma distinta de pensar, unas aspiraciones distintas… y poco a poco la
cosa se fue enfriando hasta que nos dejamos de llamar.
Y esta fue toda
la historia.
5.- ¿Te habría
gustado seguir en contacto con algún amigo de Ontaneda?
Definitivamente
sí, pero después de tanto tiempo, quién sabe dónde estará cada uno…
Hola Dokedienke. Me parece muy real este comentario y té felicito por haber salido adelante.
ResponderEliminarMuchas gracias Administrador. Perdona que no te haya respondido antes, pero es que estoy de trabajo hasta arriba.
EliminarLa verdad es que después de salir de la legión te sientes bastante solo.
Los amigos que tenías de repente no los tienes y no tienes forma de contactar con ellos. Y si la tuvieras (que no la tenías) podrías considerar que te rechazarían. No sé.
El caso es que una vez fuera tienes que hacer nuevos amigos y entrar en un grupo de amigos ya formado es difícil y más porque vienes con un espíritu un tanto mojigato después de tantos años en la Legión.
Yo cuy ex legionario en el año 75 conocí barbaridades pero nunca se me olvidará un chico de León provincia senen se apedillaba debido a la férrea vigilancia no o era casi imposible tener contactos de personas que dejaron el seminario de Ontaneda
ResponderEliminarYo también estuve con esta gente, entre el verano del 92 y el verano del 97. Tres años en Ontaneda y uno en Moncada.
ResponderEliminarEs una pena lo de las amistades. Con las que haces dentro no vuelves a hablar. De hecho me cuesta recordar nombres después de 22 años, a pesar de que al principio me encontraba tremendamente solo y me obsesionaba con reencontrarme con alguno de los que lo habían dejado antes que yo. Y después de más de cuatro años allí metido, cuando sales, las amistades de la infancia las has perdido. A mí me echaron con 16 años (tenía claro que a Salamanca no iba a ir, de hecho creo que me echaron porque en una carta se lo contaba a mis padres y seguro que lo leyeron) y hasta los 18 años no empecé a relacionarme como un joven normal. A mí esta gente me quitó la adolescencia, con todo lo que ello conlleva.
Está ha hecho mucho el mal a muchos niños y adolescentes. Les tendrían que haber prohibido el trato con menores de edad. Y ya no solo por los abusos-agresiones sexuales, de las cuales tengo mi propia experiencia que ya contaré.
Saludos.